El turismo mundial se vuelve a tambalear

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La variante Ómicron del COVID-19 ha vuelto a recordarnos que la guerra contra la pandemia aún no ha acabado. La humanidad sigue insistentemente luchando contra ella, mientras que algunos países se lo toman más en serio que otros. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió la semana pasada que el contagio de esta nueva variante es mucho más rápido que las otras variantes, aunque aún no se ha comprobado su letalidad.

La Unión Europea ha restringido sus vuelos hacia y desde países del África para intentar frenar los contagios, pero esto sucede en momentos en que varios países de la Unión Europea ya han detectado la nueva variante. De igual manera los Países Bajos ya se encuentran en confinamiento nocturno para las actividades no esenciales, e Inglaterra anunció que volverá a exigir las mascarillas en centros comerciales y transportaciones públicas nuevamente. A su vez, Israel se ha convertido en el primer país en el mundo que ha prohibido la entrada de extranjeros a su territorio.

Inglaterra considera que volver a exigir las mascarillas es un mal necesario, ya que no estaba dispuesta a exigirlas. Sin embargo, por la nueva variante la regla cambió y tendrán que regresar al mismo estado que se encontraban en julio. A su vez, exigir pruebas de PCR a todos aquellos que regresen del extranjero. Los lugares considerados no esenciales verán su actividad restringida nuevamente: lugares como piscinas y museos  deberán cerrar más temprano.

El blindaje fronterizo vuelve a limitar la recuperación del turismo mundial. Distintos países ya están considerando cerrar sus fronteras totalmente, lo cual impacta de una manera directa la recuperación económica a sectores como las aerolíneas y las cadenas hoteleras.

Países como Filipinas ya han cerrado sus fronteras a viajes que provengan de África, pero no se descarta que hagan lo mismo con aerolíneas de otros destinos.